domingo, 17 de noviembre de 2013

LOS LIBROS NOS EDUCAN
"Los libros nos enseñan a amar"

                                                             
        Manuscritos, impresos y ahora digitales, los libros representan la diversidad humana mientras no sean expurgados, claro está, a condición de que puedan participar en ella sin discriminación, corte ni censura, los libros en una feria de libros son, en pequeño formato, la humanidad viviente con lo mejor y peor que ella tiene: sus creencias, sus fantasías, sus conocimientos, sus sueños, sus contradicciones, sus amores y sus odios, sus prejuicios, sus pequeñeces y grandezas.

           Ningún espejo retrata mejor a esa colectividad de hombres y mujeres que conforman las diversas tradiciones, culturas, etnias, lenguajes, mitos, costumbres, modos y modas del fenómeno humano, porque esa extraordinaria variedad desaparece cuando, abandonando la superficie, gracias a los libros, nos sumergimos en lo profundo hasta llegar a aquellas raíces y denominadores comunes de la especie.

             Los libros nos ayudan a derrotar los prejuicios racistas, étnicos, religiosos e ideológicos entre los pueblos y las personas, y a descubrir que por encima o por debajo de las fronteras regionales y nacionales somos iguales, que en el fondo, nosotros, somos en verdad, nosotros mismos.

              Gracias a los libros viajamos en el espacio y en el tiempo, como hizo Julio Cortázar en La vuelta al día en ochenta mundos sin salir de su biblioteca, y comprobamos con todos sus matices y variantes, la humanidad es una sola y compartida. Podemos comparar el mundo de los libros que en estos momentos nos rodean en esta feria como un bosque encantado. Ellos están allí, quietos, inertes, silenciosos como los árboles y las plantas de las fantásticas historias infantiles, esperando la varita mágica que los anime, la lectura. Basta que los abramos y celebremos con sus páginas esa operación mágica que es la lectura para que la vida estalle en ellos convocada por la hechicería de sus letras y palabras y un surtidor de ideas e imágenes y sugestiones se eleven del papel hacia nosotros, nos impregne, arrebate y traslade a otra vida a menudo más rica, coherente, intensa y entretenida que la vida verdadera en la que a menudo las rutinas embrutecedoras cotidianas nos dejan apenas resquicio para la exaltación y la felicidad.
             La vida de los libros nos enriquece y nos transforma, nos hace más sensibles, más imaginativos y sobre todo más libres, más críticos del mundo tal como es y más empeñados en que cambie también él y se vaya acercando a los mundos que inventamos a imagen y semejanza de nuestros deseos y sueños.

                Por eso, los libros son un testimonio inapelable de las carencias y deficiencias de la vida, aquellas que incitan a los seres humanos a crear mundos de fantasías y a volcarlos a ficciones para tener aquellos que la vida que vivimos no nos da. El viaje al corazón de ese bosque encantado de los libros no es gratuito, un paseo divertido y sin secuelas. Es un viaje que deja huellas en el sentimiento y la inteligencia del lector. La comprobación de que el mundo real está mal hecho, pues no basta para colmar nuestros anhelos, para qué inventaríamos otros mundos si con este nos bastara.











2 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buen artículo e interesante. Los libros realmente nos trasladan con la imaginación.

Unknown dijo...

Muy buen artículo e interesante. Los libros realmente nos trasladan con la imaginación.