Estas tendencias requieren que la biblioteca sume recursos para lograr dicha misión y es interesante analizar el caso de las impresoras 3D, las cuales se han integrado a la biblioteca de manera positiva.
Las impresoras 3D están incursionando en diversos ámbitos, principalmente en el área médica, arquitectura e ingeniería, sin embargo no hay restricciones y el ámbito educativo no ha sido la excepción, se ha valido de estas herramientas con el fin de incentivar el aprendizaje dinámico y que se enriquezca a través de la cooperación.
La biblioteca ha dejado de ser una entidad que sólo resguarda libros, su papel de apoyar a los usuarios con los servicios y equipos necesarios hace que hoy por hoy se involucre con las recientes innovaciones.
Los debates acerca de esta tecnología siguen y sin duda las impresoras 3D en las bibliotecas se integran como un recurso más (no es el libro mismo un recurso y en su momento fue la tecnología de la época) y como cualquier otro servicio, lo importante es reconocer si es una necesidad para la comunidad y no solo una moda. Uno de los retos es formarnos para sacarle provecho y además para formar a nuestros usuarios y compartir nuestras experiencias.
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